Desde hace ya unos años Chile,
al igual que varios países de Latinoamérica como Colombia, Uruguay y Argentina tiene lo que se denomina una “población
envejecida”. Esto significa que mientras la tasa de natalidad está descendiendo
desde 1988, se registra un aumento sostenido de la cantidad de personas mayores
de 60 años, que actualmente está entre el 8% y 10%. Según estimaciones de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), este porcentaje irá en
aumento y llegará al doble para el año 2020 .
Este hecho parece haber
afectado las políticas sociales que se aplican en el país transandino. La
juventud es desde hace ya varios años un grupo excluido y no parece ser prioridad
para los gobiernos de turno. Las revueltas que comenzaron hace algunos días, protagonizadas por estudiantes, pidiendo mejoras en el sistema educativo, son una prueba fehaciente de ello.
Buscan cambios en el modelo económico y político
establecido durante la dictadura militar que gobernó al país entre 1973 y 1990.
El costo de la educación superior en Chile está entre los más altos del
mundo y la inversión que hace el estado en la misma, es, a su vez, el menor en
el mundo (0,5% del PBI). Esto lleva a que por cada peso que el estado deriva a
la educación, el estudiante debe poner cinco.
Los
reclamos de los estudiantes
Los estudiantes comenzaron tomando colegios y universidades y ante la
falta de respuesta por parte del estado, continuaron saliendo a la calle a
protestar con objetivos claros. Piden mejoras tanto para la educación
universitaria como para el nivel segundario.
Los pedidos relativos a la
educación superior se concentran en tres puntos:
1.- Igualdad de oportunidades de acceso a la educación.
2.- Aumento del gasto público en educación superior.
3.- Democratización del sistema de educación superior.
Los estudiantes secundarios
piden
1.- Una reforma constitucional que garantice el derecho a la educación
por sobre el derecho a la enseñanza.
2.- La desmunicipalización y estatización de la educación general.
3.- La derogación de la Ley General de Educación para lograr la
institucionalidad de la educación pública.
4.- Tarifa estudiante en el transporte público.
5.- Plan de reconstrucción de los establecimientos que sufrieron daños
en el terremoto de 2010.
6.- Mejoras en los liceos técnico-profesionales.
7.- Una malla curricular estandarizada para todos los colegios
estatales del país.
¿Cuál
es la respuesta del gobierno?
El presidente, Sebastián
Piñera (que se presentó a las elecciones como “la nueva derecha”), tras una
dura represión de las movilizaciones estudiantiles debido a que consideraba que
alteraban el orden público, decidió presentar dos propuestas para llegar a un
acuerdo con los estudiantes. La primera es el proyecto GANE («Gran Acuerdo Nacional de la Educación») y el FE («Fondo por
la Educación»).
Además
anunció la creación de la Subsecretaría de Educación y de la Superintendencia
de Educación Superior (encargada de fiscalizar que las universidades no tengan
fines de lucro).
Estos anuncios fueron recibidos con cierto escepticismo
por parte de los estudiantes por lo que en un principio eran reacios a aceptar
la idea en una mesa de diálogo.
Hoy en
día el gobierno plantea cuatro ejes de discusión sobre el tema, el primero es
una reforma constitucional para asegurar la calidad educativa. El segundo gira
en torno a la igualdad de oportunidades para acceder a la educación mediante
becas y créditos. El tercero se refiere a la demunicipalización de los establecimientos
institucionales para “potenciar la calidad de la educación pública” (en 1986
hubo un traspaso de la administración de los institutos educativos desde el
Ministerio de Educación a las comunas en las que cada uno se ubicaba). El
último apuntaría que los establecimientos de educación superior privados sean
regidos por fundaciones sin fines de lucro.
Pareciera que estos cambios en Chile son los primeros pasos del camino hacia la mejoría en el sistema educativo. Mientras tanto los estudiantes siguen movilizandose y protestando para tratar de ser escuchados en medio de una población cada día más anciana.