viernes, 20 de junio de 2008

Norman Mailer


Mailer: Creador de su propia historia


Norman Mailer fue muchas cosas, pero la más importante de todas es que fue un genio artístico fundamental del siglo XX, y como tal, no podía pasar desapercibido.

Estuvo a favor y en contra, apoyó, criticó y fue criticado, tuvo grandes aciertos y graves errores, fue activista político, ganador de premios Pulitzer, fue uno de los creadores del nuevo periodismo, fue provocador, señalador e impulsor, fue marido de seis mujeres distintas… y trató de matar a una de ellas…





Con ustedes, Norman Mailer…
Nació hace 84 años en Brooklyn, donde se crió en el seno de una familia judía. A los 9 años comenzó a asomarse su vocación entre las 250 páginas que escribió y bautizó como “Invasión de Marte”. Aunque a los 16 comenzó a estudiar Ingeniería Aeronáutica en Harvard, el destino le tenía reservado otro camino.
En 1944 -a los 21- participó de la Segunda Guerra Mundial, en el Pacífico, combatiendo a los japoneses. Cuatro años más tarde, mientras estudiaba en La Sorbona de París, terminó la novela que lo llevaría a la fama, “Los desnudos y los muertos”, basada en sus experiencias en combate.
Su visión grotesca de la guerra y punzante crítica contra el autoritarismo antidemocrático de una parte del ejército norteamericano se convirtió rápidamente en un bestseller. Mailer pasó a ser considerado el mejor escritor norteamericano de post guerra.
Probablemente sea a partir del éxito repentino que se explique ese espíritu tan irrespetuoso, ese orgullo tan grande y ese carácter tan provocativo que lo caracterizó a lo largo de su vida. Quizá fue la contundente aprobación del público y la crítica hacia esa primera novela, lo que lo impulsó a seguir por el camino de la irreverencia y la sinceridad demoledora.
Fue entonces que escribió dos novelas más, aunque ambas fueron controversiales para los estándares de aquella época, ninguna de ellas tuvo el éxito necesario para mantenerlo en el escalón donde se había posicionado. También por ese entonces comenzó a publicar ensayos como “El blanco negro” donde dio su punto de vista acerca del racismo, la violencia y el gobierno.
En la sociedad tan anestesiada en la que vivía, la crítica social estaba convirtiéndose de a poco en la conciencia de los norteamericanos y la prensa estaba tomando postura frente a este artista que poco a poco iba haciéndose conocer a fuerza de comentarios ácidos y razonamientos comprometidos.
El interés por la política estadounidense lo llevó a dedicarse al periodismo, donde marcó huella de una manera definitiva. Integraba la camada de escritores jóvenes con ganas de cambiar la manera de escribir. Junto con Tom Wolfe y Truman Capote, entre otros, comenzó a referirse a hechos reales utilizando herramientas de la literatura. Contaron la realidad siguiendo las normas de la ficción y escandalizaron tanto a los periodistas como a los novelistas consagrados creando “el nuevo periodismo”. Género que causó estragos en diarios, revistas y el mundo intelectual de la época y persiste hasta nuestros días.
Violento no, apasionado…
Como todo gran artista, tenía grandes defectos; fue un machista empedernido, que se declaró completamente en contra de los métodos anticonceptivos y amante de los excesos, la marihuana y el alcohol. Tuvo nueve hijos a lo largo de sus seis matrimonios y trató de asesinar a la segunda de sus esposas con un cortaplumas, después de que lo insultara ásperamente durante una fuerte pelea en una fiesta. Ella no presentó cargos y cuando las aguas se calmaron todo se solucionó con la intervención de un abogado y la visita de Mailer a un hospital psiquiátrico. Años después su ex esposa relató aquel tenso momento en un libro que tituló “La última fiesta”, donde contó lo cerca que estuvo realmente de la muerte.
Era un existencialista clasificado como “el último cerdo macho patriotero” por el feminismo más feroz, ganó dos premios Pulitzer y se cansó de ser nominado para el Nobel que jamás ganó, probablemente por su contestataria personalidad. Invitaba a sus enemigos (desde novelistas consagrados a profesionales del boxeo) a solucionar sus diferencias mediante una pelea callejera.
Tan grande era su ego, que se atrevió a decir que su artículo “Superman llega al supermercado” escrito cuando cubrió la Convención Nacional Demócrata, en el ´60, fue “la diferencia en la estrecha victoria de John F. Kennedy sobre el republicano Richard M. Nixon”.
Norman y los premios
Su primer Pulitzer lo ganó por “Los ejércitos de la noche” (1968), un ensayo donde relata la marcha que ocurrió en Washington en contra de la guerra de Vietnam, de la cual participó. Explicando la historia como novela y la novela como historia cuenta los sucesos de aquella manifestación con él como protagonista, con una particular mirada de la sociedad norteamericana.
Su segundo Pulitzer fue por “La canción del verdugo” (1979), una novela donde se encuentra amor, crímenes, persecuciones, tragedia, peligro y hasta un poco de comedia en las anécdotas del compañero de celda del protagonista. La novela contaba la historia de Gary Gilmore, un asesino condenado a muerte y logra que el lector reflexione sobre el sistema penitenciario y la pena de muerte desde una forma de escribir simple y agradable.
Tiempo después, el escritor comenzó a recibir las cartas de Jack Abbot, otro asesino que escribía contándole acerca de su dura vida y le pedía que lo ayudase a conseguir la libertad. Mailer, fascinado por la manera en que Abbot describía sus vivencias en la cárcel, lo creyó listo para reinsertarse en la sociedad y comenzó a pelear para conseguir su liberación.
Logró publicar las 1000 cartas que recibió de Abbot y le contrató abogados que consiguieron su excarcelación; aunque no por mucho tiempo, ya que dos semanas después el ex convicto volvió a asesinar y algunos meses después fue encerrado nuevamente. Norman Mailer se refirió al hecho diciendo: "otro episodio en mi vida en el que no pude encontrar nada agradable ni nada de lo que sentirme orgulloso".
Algunas palabras sobre sus libros
Este hombre sabía cómo hacer de la escritura un arma certera al corazón del conservadurismo. Se encargó de hacer que la gente hable, reaccione, para bien o para mal, discuta, opine. Podían decir que era un genio, o que necesitaba lecciones de conceptos tan básicos como la moral y las buenas costumbres. Pero quien lo leía no podía dejarlo pasar como si fuese un libro de vacaciones. Porque sus novelas, ensayos, guiones, alguno de los miles de artículos que escribió para cientos de revistas siempre lograban extraer del lector una reflexión, o al menos exprimir un pensamiento.
Escribió sobre la Segunda Guerra Mundial, sobre el sexo, acerca de sus oscuras fantasías de asesinar a sus esposas para vivir feliz eternamente. Protestó contra la guerra de Vietnam hasta que la policía lo encarceló… varias veces… Habló sobre detener a la liberación femenina en los 60´s. Se preguntó sobre la pena de muerte, sobre la violencia y el antiguo Egipto. Fue el biógrafo de Marilyn Monroe y lo intentó con Pablo Picasso.
Escribió “El evangelio según el hijo” poniéndose en las sandalias de un humilde carpintero de hace 2 mil años, escribió sobre el viaje a la luna, y sobre la niñez de Adolf Hitler, con la oscura teoría de que Satanás estuvo presente en su concepción.
Mailer envejeció, pero sus palabras siguen siendo eternas adolescentes que discuten gritando en plena calle, porque el mañana no importa y porque nada puede matarlas. Entonces se puso en contra de George W. Bush, escribiendo y dando charlas en las universidades que tenían como tema central su oposición a la guerra en Irak.
En la madrugada del 10 de noviembre Norman Mailer murió por un fallo renal, en el hospital Monte Sinaí de Nueva York. Pero vivió sin privarse, sin temer, sin deber nada. Incursionando y creando movimientos periodísticos. Así hizo que cientos de miles deliberaran, cavilaran y crearan un sentir propio. Demostró que lo imposible también puede estar al alcance de la mano. Y que lo más probable, es demasiado simple para conformarse.

Foto extraída de www.nytimes.com

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